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Tuve a mi bebe el 30 de noviembre de 1983 en una clínica de San Martín. El medico dijo que el bebe había nacido muerto. Pedimos el cuerpo. No nos querían entregar, pero tuvieron que entregar un cuerpito de un bebe. En esa época no existía el ADN. Yo sentía que ese cuerpo no pertenecía a mi hijo. Once años después se pudo comprobar por ADN, que ya existía en ese momento, que no era mi hijo. Ahí empezó nuestra lucha.